Ácidos grasos esenciales omega-3 y omega-6

Papel en el embarazo y la lactancia

La ingesta de ácidos grasos (AG) esenciales durante el embarazo y la lactancia es fundamental para el desarrollo neurológico y el crecimiento adecuado del neonato. Este desarrollo neurológico tiene lugar durante la etapa fetal y se mantiene tras el nacimiento.

Varios estudios han examinado el efecto de la ingesta y/o suplementación de AG esenciales  durante el embarazo y la lactancia, habiéndose evaluado recientemente los resultados.

El embarazo representa un esfuerzo fisiológico destacado, con unas necesidades nutricionales concretas que afectan no sólo a la madre, sino también al desarrollo del feto. Toda la nutrición del feto proviene de la madre a través de la barrera placentaria, y después de nacer, el niño se alimenta a través del sistema mamario de transferencia. Ambos sistemas de aporte dependen de la apropiada ingesta nutricional de la madre.

Por otra parte, las complicaciones maternas durante el embarazo, como diabetes, enfermedad cardiovascular o renal, pueden comprometer estos sistemas de transferencia.

Uno de los micronutrientes particularmente importantes durante el embarazo y la lactancia son los ácidos grasos (AG) esenciales omega-3 y omega-6. La dieta ha de contenerlos en proporciones adecuadas, según las recomendaciones actuales, ya que su carencia o desequilibrio en la ingesta puede producir serias alteraciones metabólicas.

Estos ácidos grasos se encuentran en verduras, frutos secos y cereales, pero proceden principalmente del consumo alimentario de aceites vegetales como el de girasol, maíz o soja.

Se sabe que en la formación del tejido nervioso, y particularmente del cerebro, la fluidez de las membranas es especialmente importante. Las etapas más críticas en la formación de la estructura del encéfalo ocurren durante el último trimestre gestacional y continúan hasta los dos años después del nacimiento, siendo por ello los requerimientos de estos AG especialmente considerables.

El tejido visual también se forma durante este desarrollo neurológico. Las membranas externas de los conos y de los bastoncitos de la retina acumulan una gran cantidad deAG esenciales.

Con respecto a la lactancia, la leche humana, a diferencia de la leche de vaca, contiene una pequeña cantidad de AG esenciales que es suficiente para aportar hasta tres veces el requerimiento de AG poliinsaturados de cadena larga del recién nacido. Por este motivo, la lactancia materna cobra particular importancia como fuente esencial de AG. Sin embargo, este aporte se puede ver alterado si la lactancia no se da o si el período de lactancia es corto. Para resolver estas situaciones se recurre a las fórmulas de leche maternizada que han ido incorporando los componentes fundamentales de la leche materna, incluso AG omega-6 y omega-3 poliinsaturados de cadena larga o sus precursores (linoleico y alfalinolénico). Por ello, actualmente se recomienda que la leche maternizada incluya AG esenciales.

Por ello, los ácidos grasos poliinsaturados desempeñan funciones muy importantes en la gestación, la lactancia y la infancia, ya que son constituyentes de los fosfolípidos de las membranas celulares y forman parte de las estructuras neuronales. Las necesidades de estos ácidos grasos, por tanto, aumentan durante estas etapas fisiológicas: el aporte adecuado de AG poliinsaturados de cadena larga promueve un adecuado desarrollo del sistema nervioso y visual del recién nacido.

Los estudios que se han llevado a cabo sugieren que la ingesta de AG esenciales, particularmente de DHA (ácido docosahexaenoico), tiene efectos biológicos importantes sobre el tiempo de gestación, el crecimiento y el desarrollo neurológico del niño, pero también sobre la propia madre, puesto que parece reducir la incidencia de preemclampsia y también de depresión postparto.

La madre ejerce un papel fundamental en este aporte, de ahí que su nutrición, y particularmente la disponibilidad de AG poliinsaturados de cadena larga durante la gestación y la lactancia, es de vital importancia.

La leche materna proporciona todos los requerimientos del recién nacido y su composición se adecua a la edad del lactante.

Por ello las fórmulas que la sustituyen deben adecuar su composición a la de la secreción láctea materna. Las fórmulas de leche maternizada actualmente en el mercado aportan cantidades suficientes y bien proporcionadas de estos AG esenciales.

Se recomienda consumo de al menos 200 mg/diarios de DHA en mujeres embarazadas (equivalente a tomar pescado dos veces a la semana, o bien tomar suplementos dietéticos de origen vegetal que contengan DHA), puesto que el feto capta entre 50 y 60 mg/d de este tipo de AG esenciales durante el tercer trimestre.

Este aporte debe mantenerse posteriormente durante la lactancia, consumiendo alimentos que aporten estos AG esenciales: aceites vegetales, pescado azul y aceites de pescado (fuente de DHA), carne y huevos.

Principales fuentes de omega 3 en el mundo vegetal:

Linaza: las semillas de lino por cada 100 gramos hay alrededor de 22 gramos de omega 3. El aceite de linaza tiene alrededor de 53 % de omega 3.

Semillas de chía: contienen 4 gramos de omega 3 por cada 100 gramos.

Quinoa: un pseudocereal sin gluten que puede usarse como el resto de los cereales contiene por cada 100 gramos 8,35 gramos de omega 3.

Aceite de canola: posee alrededor de 9 gramos de omega 3 por cada 100 gramos.

Aceite de soja: posee 6 gramos de omega 3 por cada 100 gramos

Aceite de nuez: contiene 10,4 % de omega 3

Avena: aporta 1.4 gramos de omega 3 por cada 100 gramos

Los alimentos ricos en omega 6 son aquellos que contienen aceites vegetales, como el aceite de cártamo, de girasol, maíz, chía, sésamo o maní.